domingo, 25 de diciembre de 2011

DESDE EL REINO DE EROS

La Princesa Luna se encuentra en uno de los reinos de los Dioses junto a su amado.
Son sumamente felices y su amor es desbordante e infinito.
Cuando miran hacia el reino de la Tierra, su único objetivo es recordar cuánto tuvieron que luchar para estar juntos y vivir su amor en la forma que lo hacen ahora.
Mas, aún en el reino de los Dioses, todo es complejo e impredecible......
La Princesa Luna está profundamente enamorada, sin embargo el Príncipe comienza a experimentar culpa por sus hermanos a quienes sin querer, traicionó.
El amor que experimenta hacia la Princesa, no le permite expresarle palabra alguna al respecto. Sin embargo el conflicto interno que experimenta es desgarrador.
Cada beso que le da a la Princesa lo eleva aún más allá del reino donde viven. Y, al mismo tiempo, traspasa su corazón de lado a lado con sutil agudeza y profundo dolor.
Su amor es desbordante, pero también lo era su misión para con sus hermanos.
Es sumamente feliz y al mismo tiempo experimenta un profundo vacío y pesar.
Lo único que se pregunta es ¿por qué no puede ser completamente feliz si está al lado de su amada? ¿ por qué no se puede concentrar únicamente en vivir su más preciado anhelo?
Y siempre llega a la misma respuesta: "Mi corazón es muy noble, así como lo es mi deber para con mis hermanos. Amo a mi Princesa, pero también tengo deberes sagrados que cumplir".
Cuando por fin decide conversar con su amada al respecto, ella en su profundo amor, lo único que deseaba era que él se quedara a su lado. Comenzó a sentir miedo.....
El conflicto interno iba en aumento en el corazón del Príncipe, más aún, cuando observaba cómo sus hermanos morían en batallas y estaban a punto de perder sus tierras y a su gente.
Guiado por la presión y el dolor, decide alejarse de la Princesa para ir en socorro de sus hermanos.
Ante ello, la Princesa reacciona de forma inesperada para él: No dijo absolutamente nada.
El dolor que experimentó el Príncipe era sumamente profundo tanto por tener que alejarse del amor de su vida, como por la reacción de su amada y por la destrucción de su pueblo y de su gente.
Él siempre había sido uno de los pilares de su pueblo y la esperanza de su gente.
Cuando sus hermanos lo vieron retornar se alegraron sumamente. Sabían que con él, ganarían todas las batallas y que nunca más perderían ni tendrían porqué sentir miedo.
Y así fue. Las guerras que emprendían, terminaban en espléndidas victorias para ellos.
El Príncipe comenzó a cosechar triunfos porque era poseedor de un gran intelecto y una especial sensibilidad artística por lo que le era sumamente fácil establecer acuerdos políticos y diplomáticos con diversas naciones y pueblos.
Sus tierras se expandieron a niveles inimaginables y su pueblo estaba sumamente feliz con él.
Mas, el vacío por su amada continuaba latente. En cada batalla, en cada victoria, en cada acuerdo diplomático, en cada acción que emprendía, en cada sueño y en cada pensamiento estaba presente su amada.
Y continuamente se preguntaba ¿por qué no dijo absolutamente nada?
Él no sabía que su amada sufría profundamente en el reino de Eros y que por el carácter que había adquirido era incapaz de compartir su dolor con la Señora Luna o el Padre Sol. Vivía sola su dolor.
Sin embargo ese dolor, la tornó distante y desconfiada.
Nuevamente guiado por la tristeza de no contemplar la sonrisa de su amada o  de estar a su lado para demostrarle todos los días cuánto la amaba, decidió formar a guerreros de su confianza en el arte de la Política y de la Guerra para poder volver al lado de su amada.
Cuando lo logró, se dio con una ingrata sorpresa.
La Princesa se había tornado fría y distante. Cansada de esperar, hastiada de la indecisión y confusión del Príncipe, sin más lágrimas que derramar, y sin más sueños ni ilusiones, lo recibió sin la más mínima muestra de amor y alegría.
El Príncipe experimentó un dolor más desgarrador aún.
Lo único que se preguntaba era ¿por qué la Princesa nunca dijo nada? ¿Por qué la Princesa nunca me comprendió? ¿Por qué la Princesa nunca me apoyó? ¿Por qué la Princesa nunca vino a la Tierra a conversar connmigo y ayudarme a encontrar las respuestas que buscaba?
El Príncipe se sintió sumamente desolado, desconcertado. En lo más prrofundo de su corazón, siempre creyó que a pesar de todo, la Princesa lo esperaría y con las respuestas halladas y encaminadas por fin podría ser completamente feliz al lado de su amada.
Mas, no fue así. La Princesa cambió y por más que el Príncipe intentó revivir el profundo amor que vivieron, la desconfianza y la desilusión siempre eran más fuertes.
Aún así, el Príncipe continuaba luchando por recuperar a su amada, a quien nunca dejó de amar, de quien se distanció únicamente un tiempo, para ayudar a sus hermanos.
Hasta que en un momento definitivo, la Princesa le dijo claramente que nca más volverían a estar juntos, que su amor nunca volvería a renacer y que deseaba que se alejara de su lado para siempre.
El dolor del Príncipe no cabía en su pecho, era insoportable, no podía comprender cómo un amor tan profundo se pudo disolver por intentar hacer lo correcto y por cumplir con deberes sagrados para con su gente.
Pero el Príncipe siempre ha tenido y tendrá un corazón noble. Y con el corazón destrozado, se alejó de su amada, deseándole lo mejor. Sabía que esa era la última vez que la vería así que intentó darle un último beso, un último y profundo beso. Mas, la Princesa reaccionó con una actitud sumamente distante y difícil de comprender y aceptar para el Príncipe.
Con ese profundo dolor, el Príncipe se alejó de su lado, con el único deseo de respetar la decisión de su amada.
Se sumió en un profundo dolor, en un mar de porqués, en llantos desgarradores y continuos, así como en un latente sentimiento de vacío y desolación.
El amor por su amada y el volver lo más pronto a su lado, era su motivación para impulsar a su gente a la Victoria, era su inspiración para elaborar las más hermosas creaciones artísticas, era la mayor alegría de su vida, lo que le daba más sentido a su vida.
Él siempre intentaba que su gente no se diera cuenta del profundo dolor en que se encontraba sumergido. Sin embargo uno de los sabios ancianos del Pueblo, se dio cuenta del dolor del Príncipe y se acercó a conversar con él:
"He perdido a mi amada por intentar actuar de forma digna y honorable"
"¿Realmente la has perdido?"
"Sí, la he perdido"
"¿Cómo estás tan seguro que la has perdido?"
"Porque ella ya no desea volver a mi lado, y se ha tornado distante y desconfiada, sin ilusiones".
"Bueno, éso puede ser cierto. Pero ¿por qué estás tan seguro que la has perdido"
"Sabio anciano, ella ya no desea volver a mi lado"
"¿Y es necesario que la persona esté a tu lado para que continúes amándola, es necesario que tu Princesa esté a tu lado, para que continúes amándola?"
El Príncipe no pudo responder ante tan sabia pregunta. Lo único que hizo fue llorar.
"Tienes razón sabio anciano, ella no volverá a mi lado, ni yo volveré a buscarla. Lo único que puedo hacer es desearle lo mejor y agradecer y recordar los más hermosos momentos que viví a su lado, que fueron muchísimos. Este amor me servirá para inspirarme a continuar luchando por los más nobles ideales que siempre he defendido. Mi nombre es Valentía, así que no puedo deshonrar mi nombre ni a mi gente. Gracias Sabio Anciano.Tus palabras me ha devuelto la inspiración"
"Príncipe, tú eres inteligente, fuerte y sensible, poseedor de nobles virtudes y grandes ideales, no mereces deshonrarlos por no tener pespectiva para continuar avanzando en la vida y superando el dolor de las experiencias. Mi único deber ha sido recordarte el verdadero objetivo de las experiencias y la más noble enseñanza que deja el amor: Fortalecer y sensibilizar a quienes tienen la dicha de vivirlo. Príncipe tú has sido sumamente afortuano. Sigue adelante y no te arrepientas, ni sientas culpa de nada. En tu nobleza, hiciste absolutamente lo correcto. Tu único camino y tu úico destino es LA VICTORIA. Pronto llegará tu verdadera compañera, aquella que sea capaz de comprenderte y demostrarte amor en la forma que necesitas y mereces. Sé agradecido y continúa adelante cosechando victorias y enorgulleciendo y fortaleciendo a tu pueblo"
"Muchísimas gracias Sabio Anciano, realmente me has devuelto la motivación para luchar. Seré grande, muy grande y nunca más miraré atrás, ni siquiera para tomar impulso. Mi destino está aquí con mi gente, con mis sueños, con mis anhelos y con mi futura compañera. Gracias Princesa Luna por lo que viví contigo, ahora sí puedo decirte adiós"
La Princesa Luna que había escuchado esta conversación desde el reino de Eros, se sintió complacida y al ver cómo su Príncipe había crecido espiritualmente y humanamente, decidió alejarse de su lado y protegerlo desde el reino de los Dioses en las guerras que emprenda.
Ella también había comprendido el sentido del amor. Ahora ella también se sentía tranquila y en paz. Con las virtudes de una diosa: Compasión y Misericordia.
La Señora Luna tenía razón, ésta era una experiencia que necesitaba vivir. Al igual que el Príncipe.
Ambos lograron alcanzar los más nobles Ideales y la Trascendencia.
Ahora cada quien podía y puede cumplir con su Misión, con su verdadera Misión.

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