Un nuevo comienzo: nuevas ilusiones, nuevas esperanzas,
nuevos amores y nuevos anhelos.
Vivir el presente con alegría, dejar el pasado donde debe
estar: lo más lejano y distante posible.
Porque con cada cambio y renovación aparecen nuevas
oportunidades.
Y por mucho que cueste adaptarse a dicho cambio, el mismo
trae consigo muchos parabienes y bendiciones para quien lo acepta como un reto
y una forma de superación.
Es por ello que ante el cambio que surge en mi vida,
reacciono con alegría y optimismo. Porque siempre después de la tormenta viene
la calma y después de la tristeza, viene la alegría sincera y profunda.
Ahora sólo miro hacia el horizonte y empiezo a cultivar
autorrespeto y autoaceptación.
No más contemplaciones, ni consideraciones, para aquellas
situaciones que ya no valen la pena.
De aquí en adelante, me preocuparé por cultivar y fertilizar
todo aquello que amo y sobre todo mi amor propio.
Porque Dios nos bendice con muchos dones y nuestro deber es
incrementarlos y sentirnos orgullosos de los mismos. Además siempre tenemos la
posibilidad de servir a los demás, a través de ellos.
Nada sucede al azar y con cada experiencia vivida aparece un
aprendizaje que nos fortalece y humaniza. Aprendamos de nuestros errores y
caminemos con la mirada digna y serena de un triunfador.
Porque todos merecemos ser triunfadores en el camino de
nuestra vida y porque todos merecemos sentir y expresar amor auténtico, no un
amor lastimero en el cual perdemos nuestra propia identidad y nuestra
fortaleza, intentando vivir para otra persona.
Llegó el momento de recobrar la fortaleza y ser consecuentes
con nosotros mismos.
Llegó mi momento de SER LIBRE Y FELIZ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario